La luz tenue de unas velas, aroma a vainilla y fresas, música suave, sí ... ¡ Es vuestra canción! Que encanto que aun lo recuerde, ¿ no?
A medida que avanzas por la estancia cuidada hasta el más mínimo detalle, pétalos de rosas y jazmín marcando un camino, frases románticas por toda la estancia a modo de acertijos... Y como no, el apuesto galán o la distinguida damisela. A medida que te acercas al susodicho/a más adorable te parece. Tu amado/a es tan, tan, tan......
¡Uffff!... Menos mal, tan sólo soñaba.
Mmmm.... El arte de la seducción, donde mostramos nuestro libidinoso interés por alguien y lo disfrazamos para que parezca romántico. Si bien este sueño roza el empalague en un alto grado, hay que reconocer que a todos nos gusta que nos seduzcan. Que muestren interés por una/o, que derrochen originalidad y desparpajo para hacernos ver que tienen interés por nosotras/os.
Desde tiempos ancestrales ha existido la seducción, ya en la Prehistoria, el hombre llegaba con un garrote y arrastraba por la cabellera a la mujer.
Hay que reconocer que con el tiempo hemos ido perfeccionando la técnica, todo sea por el beneficio de nuestras cabelleras. La humanidad ha pasado por etapas históricas ( si me tengo que quedar con una, el Romanticismo sin dudarlo) en el que se exaltaban las pasiones, y ahí estaban plebeyos y nobles demostrando su amor a sus amadas embutidas en sus corsés.
Pero algo ha pasado, atravesamos una etapa social en la que lo queremos todo hecho, que nos vengan a tocar a nuestras puertas y nos den todo sin pretender mover un dedo, bueno sí, el del “ click” de nuestros portátiles. Y no sé si os pasa a todos, pero yo estoy un poco cansada de toparme en la vida con personas que quieren que dé yo todos los pasos y ellos, ea a rascarse la barriga... Y esto se va a acabar, necesito que me seduzcan, que me hagan sentir querida, que me mimen, que me suban la autoestima en definitiva. Y os preguntaréis por qué, pues porque yo lo valgo.
Para esta ocasión no va a haber alcohol de por medio, ni cóctel, esto es un llamamiento a vuestro lado más seductor. Quiero que saquéis al conquistador/a que tenéis dentro y me lo mostréis.
Anda, conquístame, seguro que puedes.... Perfumes, especias, mieles, azúcares; aromas, sabores, sensaciones. Es una amplia gama la que nos ofrece la mixología y la coctelería y que nos permite llegar al epicentro de los cinco sentidos de quien nos propongamos, pero eso sí, abstenerse sucedáneos, estoy harta de éstos. Parecen que lo van a dar todo y al final, la gran desilución, nada es lo que parecía ser... Y mira que fastidia haber perdido el tiempo en ilusionarte con él.
Así que hasta aquí fácil, ¿ verdad? Pero quiero que deis algo más, dadle ese toque personal que lo haga vuestro, dotadle de un entorno, de una historia. Deja tu esencia en él, date a conocer, déjame saber un poco más de ti, sorpréndeme con tu forma de ser. Y sobre todo, haz que quiera saborear ese cóctel hasta apurar el último sorbo... y que me quede con ganas de más, de seguirte conociendo.
Y una buena pista, insinúa, no enseñes, no saques a relucir todo a la primera, deja entrever las cosas, me gusta más.
Así que esta no es una invitación a tomarte un cóctel, sino un llamamiento a que me invites tú, a que me seduzcas. A que te metas en mi cabeza, en mi recuerdo, en mi paladar, en mis sentidos... y por qué no, para que llegues a mi corazón.
Esta vez sois vosotros los que vais a conquistarme... Os propongo un juego. Contacta conmigo e intenta seducirme. ¿ Te atreves?
Seguro que sí, así que la pelota está en vuestro tejado... Chicas, chicos, haced juego.
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