Mi propósito con esta andadura es expresar mi visión y opinión, extravagantes o no, sobre aspectos de la vida, usando la coctelería como metáfora. Para ello voy a crear mi recetario personal de coctelería.

Mi vida ha estado girando en torno a la coctelería desde hace ya algunos años. Empecé en esto por casualidad y, desde el principio, ha sido un mundo que me ha fascinado. No sólo por el espectáculo que conlleva su elaboración, sino también
porque es una vía a través de la cual se pueden expresar (y provocar) sensaciones y emociones, usando de una manera muy sutil los distintos sabores, olores, colores y formas.

En la coctelería, así como en la vida misma, hay que mezclar los ingredientes adecuados en su justa medida, para así obtener diferentes matices de cada momento. Y, en el saber mezclar los ingredientes, está el secreto del buen vivir.


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lunes, 20 de septiembre de 2010

Las mil y una historias del Martini.

En esta entrada quiero hacer un inciso en mi recetario, voy a dejar apartados los sabores, olores y sensaciones para contar algo de historia, a muchos les podrá parecer aburrida, a otros les parecerá divertida, a algunos le parecerá terrorífica, y en definitiva, como cualquier historia que se cuente, todo dependerá desde el cristal con que se mire. La historia que quiero contar es la de la familia del Martini, y en particular del Dry Martini.

Algo que me parece curioso es el modo en que pueden cambiar los matices y entonaciones de una historia en función de quien la relata. Lo que para unos es blanco, a otros les puede parecer negro, lo que para unos son los buenos de la película, a otros les pueden parecer los malos. Por mucho que se intente mantener la objetividad al relatar una historia, siempre sale a relucir la subjetividad de quien la transmite, y de quien la escucha también.

Y cuántas más versiones haya de una historia, más controvertida y atractiva será ésta.

Un consejo que doy a la hora de intentar averiguar la verdad sobre cualquier hecho es, primero escuchar cuántas más versiones mejor, y segundo, a cada una de estas versisones aplicar el siguiente proverbio árabe: “ Inteligente aquel que cree sólo la mitad de lo que se le dice, brillante que sabe qué mitad ha de creer.”

En lo que a coctelería y mixología se refiere, la historia del Martini es de las más seductoras, glamourosas, misteriosas, legendarias, y una inmensa lista de apelativos que se le podrían atribuir a este cóctel, aparentemente sencillo, y que se ha convertido en el rey de los cócteles, el cóctel elegante por exelencia, en el más sensual.

El origen del Martini es incierto, muchos se atribuyen su paternidad, por lo que circulan numerosas leyendas y anécdotas sobre ella, por lo que me voy a centrar en las más destacadas.

La leyenda más antigua data de 1500, en la Universidad de Leiden ( Holanda), donde querían obtener un elixir medicinal, para ello utilizaron enebro, destilando el zumo de las bayas maceradas en aguardiente. Esta creación del Dr. Boe, tiene aceptación como medicina y aguardiente, y se le llama ginebra. Este elixir, según palabras de Eduardo VII alivió la llaga de su estómago.

Otra leyenda es la de la musa inglesa, rubia, delgada, etérea, que se llamaba “Cocktail” y trabajaba de cantinera en el bar del Hotel Savoy de Londres. Tenía una gran creatividad para mezclar licores y aguardientes, y elevó sus preparaciones a la categoría de arte. Y se dice que cuando se dirigió a Estados Unidos en la época en la que el jazz reinaba en las barras, llevó consigo la fórmula del Martini.

La siguiente leyenda corresponde a los ingleses, muchos de ellos afirman que el Martini adoptó el nombre del famoso rifle utilizado por el ejército británico, el rifle Martini & Henry, cuya principal característica era su fuerte retroceso y exactitud. Por aquel entonces se consideró al Martini como un cóctel contundente, como un golpe seco, certero e impecable, igual que la bala de plata disparada por un rifle Martini & Henry.

Ahí va otra leyenda, es la del minero de Martínez. Esta leyenda data de finales del siglo XIX, en el bar de Julio Richelieu, en la localidad de Martínez, California. Un minero llegó y ofreció una recompensa a cambio del mejor cóctel, eso sí, él fue el miembro único del jurado. Estuvo tres días con sus respectivas noches evaluando hasta que llegó al ganador, una mezcla de tres partes de ginebra con una parte de martini rojo y con una aceituna en su interior.

Después de recuperarse de tan tremendo empacho alcohólico, bautizó al cóctel como “ Martínez”, en honor al pueblo.

Otra leyenda destacada es la paternidad que se atribuye la ciudad de San Francisco sobre el Martini. Un barman de esta ciudad tenía la costumbre de poner a sus creaciones un nombre relacionado con la persona para quien lo había creado. Un día, un cliente se quedó totalmente satisfecho con la mezcla de ginebra con vermut que le habían preparado, y lo único que sabía de él es que venía de la ciudad de Martínez. Así que cuando le preguntaron, que era lo que había preparado, el barmán contestó que “ Martínez”. Esta historia llega a oídos de los habitantes de Martínez y éstos, muy hábiles reivindican la paternidad y todos los años celebran festejos en honor al Dry Martini.

Y así podría llenar páginas y páginas, con historias sobre el origen del martini, ya que hay historias de Nueva York, París, Nueva Orleans...

Y, cambiando de tercio, el ritual de elaboración, el entorno, e incluso, la vestimenta, tienen un papel muy importante, pues han envuelto a este cóctel y a su familia, ya que hay una inmensa variedad de cócteles acogidos a esta familia, y sigue en constante crecimiento; en una nube de glamour, elegancia y misterio.

A la hora de la elaboración hay que tener muy en cuenta la precisión al verter la ginebra, remover con seguridad en el vaso mezclador, pero siempre sin pasarse pasarse, hay que tener precisión hasta en la forma de pinchar la aceituna, debe estar pinchada justo en el medio del lugar donde estuvo unida al olivo. Y, para los más elitistas, se os va a exigir total elegancia y firmeza hasta en la forma de pedir vuestro martini.

Toda esta minuciosidad en lo que a elaboración y entorno se refiere me hace llegar a la conclusión de que quiénes toman este cóctel son personas con una personalidad muy fuerte y marcada. Sencillos y elegantes por naturaleza, que anhelan rodearse de un ambiente con las mismas características. Personas independientes que les gusta ir contracorriente.

Y por último, otro dato sorprendente sobre el dry martini es el hecho de que muchas personalidades de la historia, entre ellos escritores, periodistas, músicos, actores, e incluso personajes de ficción, hayan hecho de este cóctel su bebida estandarte. En mi opinión, esto le ha conferido un aire aun más glamouroso a este cóctel. Y no sólo es que estas personalidades se hayan hecho bebedores asiduos al martini, sino que cada uno de ellos tenía su forma especial y genuina de prepararlo, y para cada uno de ellos su fórmula era la acertada.

Es como si estas celebridades hubiesen tomado cada uno de los “Autos Locos ( Waky Races)" y se hubiesen sumado a una loca carrera compitiendo para que su versión del Martini sea la ganadora.

Así que esta es mi particular versión de los “Autos Locos”:

“ Y aquí están de nuevo. El más osado, elegante, glamouroso, sensual grupo de pilotos bebedores acérrimos de Martini, compitiendo en la carrera más peligrosamente controvertida de la historia del cóctel, cada uno de ellos con su forma y estilo únicos de hacer su dry martini, y luchando por el título mundial de bebedor de Martini.

Ya se acercan a la línea de salida, en primer lugar, en el Rocomóvil, vienen Wiston Church

ill y el general Patton. El primero, estadista inglés de figura inconfundible y con u

na gran afición al Martini y un estilo muy personal de prepararlo, primero enfriaba la ginebra junto con la copa, escogía la aceituna con minuciosidad y tenía cerca una botella del mejor vermut seco

. Luego procedía a servir la ginebra añadir la aceituna. Por último miraba fijamente la botella de vermut, se concentraba un momento y ya estaba listo su dry. Y el segundo, general del ejército de los Estados Unidos en la II Guerra Mundial, seguía el mismo método que Churchill para preparar su dry, sólo que este último fijaba su vista hacia Italia.

En segundo lugar, va el Espantomóvil, conducido por el actor Dean Martin, y su pareja compleja, Jerry Lewis. El seductor Martin y el alocado Lewis actuaron juntos y triunfaron. El espectáculo gustó y se consolid

aron como pareja artística. Los diseñadores de imagen sugirieron poner una copa de Martini en la mano de Dean Martin, lo que le iba como anillo al dedo, hasta por el nombre. Y esta fue una de las características más reconocidas de Martin. Debió ser el personaje que más Martinis tomó en su vida.

En tercer lugar, conducido por Luis Buñuel, famoso director español, adoptado por México en el 49, se acerca velozmente el Super Convertible. El señor Buñuel tenía siempre una botella de ginebra inglesa en su nevera, con ella llenaba una copa triangular helada. La colocaba a trasluz junto a una botella de vermut Noilly Prat y dejaba que un rayo de luz traspasase la botella y la copa. Y con este ritual ya estaba hecho su Dry Martini.

En cuarto lugar, les sigue de cerca el Stuka Rakuda, conducido por el que llegó a ser uno de los presidentes más queridos de Estados Unidos en la difícil época de la ley seca, el presidente Franklin D. Roosevelt, que fue precisamente el que derogó dicha ley. El país entero festejó la derogación y el mismo Roosevelt brindó públicamente con un Martini.
Más adelante de descubriría que el señor Roosevelt era un cantinero muy especial, ya que añadía un toque de anís o un to que de zumo de naranja, según se terciase, a sus Martinis.

En quinto lugar, pero no por ello muy atrás, va el Compact Pussycat pilotado por la célebre y sex-symbol Madonna, abanderando el cóctel más sexy y afrodisíaco de la familia Martini, el Cosmopolitan.
Este cóctel fue creado en Nueva York en la década de los 80 en su honor.

En sexto lugar, viene pisando fuerte el Super Chatarra Especial, conducido por Ernest Hemingway, gran escritor y periodista estadounidense. Fue testigo de las dos grandes guerras del s. XX.
A Hemingway le gustaba la siguiente proporción en su Martini, quince medidas de ginebra por una de vermut. Mezcla a la que denominaba " Montgomery" en alusión al militar británico, el cual decía que no entraba en combate si su ventaja no era de quince a uno con respecto al enemigo.

En séptimo lugar, conduciendo la Antigualla Blindada viene Humprey Bogart, nacido en Nueva York en el seno de una notable familia, su padre médico y su madre pintora, ambos alcohólicos, de ahí sus genes para la bebida. Su primer éxito cinematográfico fue con " El Bosque Petrificado", donde interpreta al gánster Duke Mantee, el cual era un gran bebedor de Martini, bebida inseparable de todo jef e de la mafia. Se le atribuyen numerosas frases haciendo referencia a su afición a los Martinis, y cabe destacar la que le dedicó en su lecho de muerte: " No debí cambiar del Scotch a los Martinis".

En octavo lugar tenemos el Alambique Veloz, conducido por Richard Nixon, abogado norteamericano que llegó a ser prediende de los Estados Unidos. Cargo del que tuvo que renunciar debido al escándalo de la ilegal interceptación telefónica, llamado caso Watergate. Y según dicen, el señor Nixon ahogó sus penas en Martinis durante este peliagudo proceso.

En noveno lugar, el inconfundible Frank Sinatra, conduciendo El Superheterodino. El hijo predilecto de Nueva Jersey, famoso por sus magníficas interpretaciones, por su hedonismo y volutuosidad.
Al igual que Dean Martin, Sinatra hizo suyo el Martini como carta de presentación.

En décimo lugar viene El Troncoswagen, conducido por Truman Capote, célebre escritor nacido en Nueva Orleans, pasó su infancia sumido en el mayor de los aislamientos, ya que su madre lo dejó al cuidado de una familia numerosa de Nueva Orleans, porque ella era muy joven y ambiciosa para hacerse cargo de él. Y así palió el aislamiento, escribiendo. Escribió mucho, y siempre acompañado de su Martini. Una célebre frase de Capote fue: " Los escritores, cuando menos aquellos que corren auténticos riesgos, que están dispuestos a jugarse el todo por el todo y llegar hasta el final, tiene en común con otra casta de hombres solitarios: los individuos que se ganan la vida al billar , dando cartas y tomando Martinis. "

Y por último, en undécimo lugar, pero no por ello el último conduciendo el Super Ferrari Especial, quién si no, el agent e 007, James Bond, que prefiere su Martini revuelto y no agitado, porque cuando el Martini está revuelto, la bebida termina transparente y los ingredientes se mezclan delicadamente. Y cuando está agitado, la bebida termina como una nebulosa ya que el hielo se rompe en pedazos más pequeños y el frío se reparte más rápido pero de forma más descontrolada.

Lo que no sab ía Bond es que las propiedades naturales de la ginebra y del vermut se incremente cuando son mezclados, pe ro cuando son agitados se aumentan de una forma abismal.

Los corredores ya se acercan a la meta, no se ve un posible ganador. Ahí vienen, ya están en la recta final, todos corren como si en ello les fuera la vida, todos por su Martini.
¿ Quién ganará? Las apuestas siguen abiertas, así que, ¿ cúal es tu apuesta?"