Mi propósito con esta andadura es expresar mi visión y opinión, extravagantes o no, sobre aspectos de la vida, usando la coctelería como metáfora. Para ello voy a crear mi recetario personal de coctelería.

Mi vida ha estado girando en torno a la coctelería desde hace ya algunos años. Empecé en esto por casualidad y, desde el principio, ha sido un mundo que me ha fascinado. No sólo por el espectáculo que conlleva su elaboración, sino también
porque es una vía a través de la cual se pueden expresar (y provocar) sensaciones y emociones, usando de una manera muy sutil los distintos sabores, olores, colores y formas.

En la coctelería, así como en la vida misma, hay que mezclar los ingredientes adecuados en su justa medida, para así obtener diferentes matices de cada momento. Y, en el saber mezclar los ingredientes, está el secreto del buen vivir.


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lunes, 16 de julio de 2012

Jack Rose... Cuando las naranjas se convierten en manzanas


¡ Qué bonito es todo esto del amor! El Sol brilla, las nubes se levantan, los pajarillos cantan... Todo tiene un color y un brillo especial ¡ Y cómo creemos tocar las estrellas con la mano!
¡ Qué bonito cómo nos han pintado nuestras vidas! Encontrando y estando por siempre junto a nuestras respectivas medias naranjas.


 Todo gira en torno a esa otra mitad que nos ha faltado durante largo tiempo, y que ha aparecido como si de un redentor se tratase. Esa media pieza de fruta que nos complementa, la que nos a sal a nuestras vidas. 

Esa otra persona a la que ansiamos encontrar para así comer perdices hasta reventar por el resto de nuestras vidas, amén.
Sí, sí, hasta aquí todo muy bonito, precioso. Pero a mí que alguien me explique por qué mi media naranja, de repente, un buen día se convirtió en manzana.
¡ Qué desfachatez! Con lo que quise a mi media naranja. 
Tras años de intensa búsqueda, de anhelarla; por fin la había encontrado. Una media naranja, con ese aroma fresco, dulce, ese color vívido y un pequeño toque que uno nunca sabe cómo definir, pero que hacía que una tuviese esas mariposillas en el estómago y le diesen chispa a mi vida.
Y una buena mañana, abrí los ojos y me encontré con una manzana verde, regordeta y ácida. Si bien su sabor no era del todo desagradable, era una manzana bastante difícil de digerir. No es que fuese ni mejor ni peor, no quiero desprestigiar a las manzanas, simplemente no era mi media naranja, ya no tenía el sabor al que me tenía el sabor que del que me había enamorado.

Recapacité ante tal extraño suceso, y me di cuenta que simplemente me había acostumbrado tanto a la presencia de una fruta a mi lado que no supe ver que ésta había cambiado; digámoslo así, se había vuelto rancia. O simplemente siempre fue manzana y víctima de mi obsesión me obcequé en que fuese naranja
Ante chasco semejante no puede aguantar su sabor ácido y mis malas digestiones, por lo que opté por apartarla de mi camino.
No obstante, no me rendí fácilmente, seguí buscando mi media naranja y lo único que he encontrado hasta ahora han sido manzanas, en casi todas su variedades, eso sí, pero manzanas al fin y al cabo.
Y digo yo, ¿ a quién debo reclamarle mi media naranja? Pues para colmo, miro a mi alrededor y sólo veo naranjas con naranjas,  y no paro de hacerme la misma pregunta, ¿ por qué lo único que he tenido yo son manzanas?
Sí, ya sé lo que estaréis pensando: “ Si la vida te da limones, hazte un Whisky Sour... Pues ya que te da manzanas aprovéchalas.”
Pues eso es precisamente lo que voy a hacer, un buen Jack Rose.
Así que, para mis manzanas va este Jack Rose:
1 1/2 oz. de Applejack
El applejack es una bebida muy parecida al Calvados, cuyos orígenes se remontan a la época colonial en Estados Unidos.
Con total probabilidad, ésta fue una de las primeras bebidas destiladas en el Nuevo Mundo.
Entre el s. XVIII y s. XIX, el applejack se producía desde Nueva Inglaterra hasta Nueva Jersey.
Una de las únicas marcas que quedan en el mercado es, Laird & Company, la cual sigue perteneciendo a la misma familia que lo inauguró.
Porque hay que aprovechar todo lo que la vida te da, lo bueno y lo malo. Si lo que quieres son naranjas y resulta que la vida te da otra cosa, tienes dos opciones: conformarte y soportar a tu lado cualquier fruta, por el simple hecho de tener alguna a tu lado; o bien, volver a lanzarte a la aventura, enfrentarte a la soledad, aprender a quererte y a disfrutar de las pequeñas cosas que te da la vida. Y quien sabe, puede que la próxima vez encuentres la fruta que deseas.
3/4 oz. zumo de limón:
Son épocas de mucha acidez para que lo vamos a negar, etapa de altibajos cuando nos aventuramos mar adentro en el océano de la soledad y no sabemos lo que nos vamos a encontrar.
Tienes dos modos de tomártelo, como un camino angosto, imposible de superar sin tu dosis habitual de fruta, y como consecuencia vivir en la mayor de las angustias; o como una nueva aventura, una multitud de puertas que se abren ante ti.
Tú decides si aceptas el riesgo o no.
3/4 oz. sirope de azúcar:
Rodéate de todo lo que te haga sentir bien, aleja de ti todo lo demás. 
Es duro romper con el pasado, es doloroso, es difícil... Nadie lo va a negar. Pero hay momentos en los que debemos tener el valor de hacerlo si lo que queremos es dar pasos hacia adelante.
De nada sirve ser conscientes de que no somos felices, que queremos cambiar nuestro presente, si luego no somos capaces de dar el paso, pues de este modos haces de la vida un infierno..
1/4 oz. granadina:
¡ Mucho cuidado con este ingrediente! Pues al igual que pasa con las medias naranjas, ya no se encuentran bebidas de granadina como las de antes. Ahora lo que más abundan son las aguas azucaradas con colorante artificial. La verdadera granadina proviene de la granada, y por tanto sabe a esta fruta.
No aceptes bajo ningún concepto versiones edulcoradas de lo que podría ser, acabarán haciendo de tu vida una farsa.
El método de elaboración es bien sencillo:
Todos los ingredientes se agitan enérgicamente en coctelera; el mejor ejemplo de lo que significa pasar por una etapa de agitación máxima.
Se sirve en copa de martini, al igual que un felino debemos saber caer de pie. No dar muestras de nuestro espíritu cabizbajo, por caer en el error de creer a ciencia cierta que no hay ser humano en la faz de la tierra que sufra, ni haya sufrido más que nosotros.
Podría escoger un gran final, con una fulminante conclusión que desate lágrimas y amargos recuerdos, que solucione problemas y alivie las penas... Pero no lo hay, o por lo menos yo no lo he encontrado.
Pero sí puedo aconsejarte lo siguiente: sigue tu camino, atrévete, tropieza; y nunca, nunca olvides levantarte y volver a seguir.
Descubre el placer de sentir la lluvia en tu cara, aprende a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, no te encierres en tu amargura. Equivócate una y otra vez, porque nadie mejor que tú, para ayudarte a aliviar tus penas, es una cuestión de concienciación.
Y ten en cuenta que el mundo no se parará por ello.
Tómate las cosas con humor, no para restarles seriedad, sino para que te dejen de importar. 
Y sobre todo porque ya es hora que empieces a disfrutar de la vida por ti, y no hagas que dependa de nadie más.
Con mis años y experiencias, no puedo asegurar que alguna vez haya tenido a mi media naranja a mi lado. Y si hay algo que tengo claro es la fruta que quiero a mi lado.
Con los años que me quedan, dudo que la encuentre.
¿ Doloroso? Ya no. Es curioso como sufrimos de nostalgia por algo que puede que nunca hayamos tenido.


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